
Se llama Colores de Mi Tierra y es un grupo en su mayoría de pequeños productores que se reunieron en un modelo asociativo denominado SAT, que les permite comercializar lo que producen, flores y follajes.
Se preguntarán qué es una SAT, pues bien es un modelo europeo denominado Sociedad Agraria de Transformación, adaptado a Colombia y cuya única finalidad es facilitar la comercialización de productos perecederos, de los pequeños agricultores.
Este tipo asociativo gana terreno por los beneficios que otorga al mercadeo y venta de productos, porque la comercialización es la tarea más difícil de la actividad agrícola, entre otras razones, porque la agricultura en Colombia es de minifundio. Por tanto, los volúmenes que manejan los productores son demasiado bajos y llevan a que sean explotados por los intermediarios y muchas veces a quebrar.
Álvaro A. Gálvez V. es el presidente de Colores de Mi Tierra, y lo primero que atina a decir es que no son un gremio, sino un grupo asociativo organizado que busca en el mediano plazo exportar. Su SAT nació en marzo del 2008, aunque desde dos años atrás se venía trabajando en el montaje de la figura. Aunque la tarea no ha sido sencilla, porque implicó un cambio completo de cultura productiva, estandarización de procesos, concordancia de conceptos y hasta presiones para comercializar más rápido, sus 31 integrantes consideran que es la alternativa para los agricultores colombianos. “Hemos decidido ir despacio para que cuando emprendamos la exportación tengamos seguridad de lo que estamos haciendo y así garantizarle al cliente la continuidad, el volumen y la calidad, que es lo más importante en ese negocio”, agregó. Ellos llevan un año con registro mercantil y todas las condiciones jurídicas del caso, y sólo hasta hace una semana, hicieron el primer despacho de flores y follajes, con destino a Bogotá como Colores de Mi Tierra. “Ese es nuestro primer gran paso y nos permitirá verificar los sistemas de acopio, infraestructura para poco a poco llegar al exterior”, agregó.
La misión de la SAT, como explica Gálvez, es comprarles la producción a sus asociados y venderla al mejor precio del mercado para revertirles el mayor beneficio. Así, sólo retiene el valor para su manejo operativo. Con ello se amplía la distancia con los intermediarios del comercio, que se quedan con la mejor tajada del negocio agrícola. Todas las compras, insumos y materiales para el proceso productivo y de transformación se manejan a través de la SAT a fin de conseguir economías de escala.
Beneficios organizativos de la SAT
No hay socios mayoritarios.
La junta directiva la pueden integrar hasta 22 miembros entre principales y suplentes.
Permite la dedicación exclusiva a la producción, que es lo que conocen los trabajadores del campo.
Se trabaja por un objetivo común.
No exige aporte inmediato de la finca, porque cada socio puede comenzar con el 25% del capital suscrito y lo restante lo paga a 6 años.
Los socios son titulares de explotaciones agrarias.
Ningún socio puede tener más del 33% del capital.
Son sociedades de gestión y por ley no distribuye utilidades.
Ningún socio puede estar interesado en ser mayoritario o formar grupos de control.
Frentes de operación de las SAT
Industria Avícola, Industria Lechera, Papa y subproductos, Arroz, Algodón, Frutas, Cacao, Plátano, Banano, Pesca, Palma africana, Madereros, Panela, Yuca industrial, Zoocriaderos, Ganadería, Caucho y Hortalizas
Operación
Como tal, la SAT supera los defectos, limitaciones e inflexibilidades de los modelos anteriores, y una muestra de ello es que el número mínimo de socios necesarios para la constitución, es de tres.
Este tipo asociativo no tiene por objeto la obtención de utilidades, por tanto los excedentes de la operación del ejercicio pueden ser distribuidos entre los socios.
Así mismo, atienden las pequeñas transformaciones de los productos agrícolas, entre ellas (empaque, postcosecha, comercialización), y propende por resolver asuntos comunes de sus miembros como asistencia técnica y suministros.
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